Hoy me gustaría hablar sobre el liderazgo personal y sobre cómo todas las nociones, que en general se aplican al liderazgo en sí mismo considerado, de algún modo también son posibles de aplicar al liderazgo personal.
Cuando hablamos de liderazgo nos hacemos inmediatamente la idea de grandes empresas, de directivos o jefes de grandes organizaciones, que conducen a una gran cantidad de gente, es decir, usualmente cuando escuchamos culturalmente el término liderazgo, este nos remite, no a algo que tenga que ver con nuestra vida individual, sino a algo que está relacionado con el mundo de las empresas y de las organizaciones. El tema es que el ser humano al ser, de algún modo, dueño de su vida, al estar su vida en sus propias manos, es factible aplicarle a él también el concepto de liderazgo.
El liderazgo personal
Liderar, en términos genéricos, significa conducir o ayudar a conducir, o en una forma bien entendida, también significa gobernar, es decir, ayudar a otros a conducirse hacia el fin que les es propio. Si hiciéramos un breve esquema sobre liderazgo entendido en términos generales, nosotros tendríamos en cuanto al liderazgo a una persona o grupo de personas que tienen capacidad de conducirse o de conducir a otros hacia un determinado objetivo. Este objetivo puede ser de cualquier tipo, y si hablamos de la vida de una persona, nos referimos a sus objetivos vitales y existenciales, es decir, aquello a lo cual aspira alcanzar a través de su tránsito a lo largo de su vida.
En las organizaciones, hay un término técnico que designa a este objetivo y ese término es lo que llamamos visión. Visión de liderazgo en el sentido mencionado es aquello que yo concibo idealmente. Veamos un ejemplo: una empresa que fabrica mesas y sillas puede tener como visión, como objetivo final de desarrollo, el brindar una experiencia saludable y placentera para que las personas puedan sentarse frente a una mesa. Esa es la visión, es decir, el objetivo ideado que en el momento actual no está pero que está en un momento futuro al cual yo aspiro o al cual la organización aspira. En una empresa hay muchas personas que se ordenan a la consecución de esa visión y hay un líder que, de alguna manera si el liderazgo está bien entendido, ayuda a las personas a alcanzar esa visión.
¿Cómo se alcanza esa visión? A través de un camino basado en el pensar en grande. Todo objetivo no alcanzado en el momento presente, es decir, que es factible de ser alcanzado en el futuro, se le puede proponer un camino de diversos pasos y, a través del recorrido, podremos ir alcanzando paulatinamente ese objetivo o visión. A este camino lo llamaremos misión. La misión no es algo impuesto desde afuera considerado como una obligación, como lo que tengo que hacer, sino que simplemente lo que atrae es lo propuesto en ella y, la misma, es simplemente el planteamiento de un camino entre nuestra situación actual y aquel estado deseado que está representado en esa visión.
Esta concepción del liderazgo, la que proponemos nosotros, deja de lado y completamente fuera de la definición a las más tradicionales y limitadas concepciones en uso sobre el tema y apuntar a consolidar un nuevo significado para nuestra vida. Entre ellas encontramos aquellas que sostienen que el acto de liderar implica el conducir a otros ciegamente a un destino que el mismo líder propone, de modo tal que las personas lideradas, reducidas a una suerte de animalidad elemental, no pueden ver ni elegir por sí mismas —porque usualmente no se les muestra—, el destino al que se las conduce, lo cual solamente quedará reservado para los líderes iluminados que marchan delante. Es el caso paradigmático de los, así llamados, líderes políticos, pseudo líderes en realidad. Es el caso también de algunos pseudo líderes religiosos, especialmente sectarios, y del modus operandi de los pseudo líderes que han plagado los planteles de las empresas y organizaciones que ocupan posiciones jerárquicas en las mismas. Este es el liderazgo aberrante de lo que nosotros llamamos la visión iluminada. Pobrecitos, sumidos sin saberlo en un viscoso pantanal conceptual, tratando de solucionar problemas que parecen insolubles, creen ser los únicos con capacidad cierta para vislumbrar los destinos de grandeza que puede lograr cualquier ser humano. En su ficticia auto exaltación de grandeza, reducen a sus liderados a meros zombis organizacionales.
Indicamos aquí con valor metodológico y como criterio de demarcación, entonces, la diferenciación entre el pseudo líder y el líder genuino. A este último le llamaremos, simplemente, líder. El pseudo líder o falso líder, viene a contener a todas aquellas funcionalidades y roles a las que se les atribuye nominalmente el liderazgo, sea por el motivo que sea, pero que no califican para ello, según nuestro modelo. No son, consideramos, líderes genuinos y auténticos que merezcan llevar tal nombre.
Ahora bien: ¿hay un liderazgo personal en el sentido de que yo mismo me tengo que ayudar a conducir hacia una meta, hacia un objetivo, del mismo modo que un líder ayuda a las personas que conforman una organización a alcanzar el objetivo de la misma? Esto es lo que tenemos que plantearnos para evitar seguir viviendo de engaños y apariencias. Dicho en palabras más sencillas, si en una empresa hay un conjunto de personas que, a través de un líder, buscan alcanzar la visión a través de un camino, ¿puede haber en nuestra vida algo similar de modo tal que podamos plantear que en nuestra vida hay una visión, un camino que conduce a la misma, alguien que conduce y alguien que es conducido?
La realidad es que si porque en nuestra propia existencia nosotros estamos con la vida en nuestras propias manos a través de la libertad y de la educación que nos ha sido dada para orientarla. Entonces, en ese sentido, el objetivo de la vida es nuestro proyecto vital o existencial. ¿Para qué es nuestra vida? ¿Qué vamos a hacer con ella? ¿Hacia qué objetivos, metas o visiones estará orientada? ¿Cómo hacemos para alcanzar esas visiones que pueden ser de corto, mediano y largo alcance? Las visiones a su vez están anidadas, es decir, hay visiones generales de la vida que incluyen objetivos de muy amplio alcance y más tarde nos encontramos con visiones menores que se van alcanzando en el camino de la visión en forma paulatina y, al irse alcanzando, se va llegando al objetivo de máxima.
Entonces, en ese sentido:
El objetivo de la vida es nuestro proyecto vital o existencial:
¿Para qué es nuestra vida?
¿Qué vamos a hacer con ella?
¿Hacia qué objetivos, metas o visiones estará orientada?
¿Cómo hacemos para alcanzar esas visiones que pueden ser de corto, mediano y largo alcance?
El proyecto vital y existencial de nuestra vida es algo que nosotros tenemos que elegir al tener la vida en nuestras propias manos. Nosotros tenemos que conformar nuestro proyecto vital de tal modo de poder decir cuál es el objetivo de nuestra vida y cómo, a través del hecho de vivirla, vamos a ir dando pasos para alcanzarlo.
El problema es que muchas veces no nos ponemos a pensar en estas cuestiones y simplemente vivimos vidas respondiendo guiones que nos vienen desde afuera, lo cual manifiesta nuestra falta de madurez: “Mi papá quiere que sea esto”; “Mi mamá quiere que sea lo otro”; “Mi mujer no me deja hacer lo que a mí me gustaría”. El proyecto vital y existencial de una persona es el camino para la aplicación de un liderazgo personal a través del cual uno va a plasmar aquello para lo cual cree que su vida está realizada y tiene sentido. ¿Para qué vive el ser humano? Para determinar cuál es su proyecto existencial y llevarlo a cabo. ¿Cuál es el proyecto existencial de cada uno? Es una reflexión que cada uno de nosotros tiene que, a conciencia, ir descubriendo y tiene que ser algo paulatino porque esto no se descubre de golpe y de forma completa a lo largo de la vida sino que de a poco nos vamos dando cuenta cuales son aquellas cosas para las cuales nacimos.
Algunas de las pautas que nos dan y que nos señalan cual es el camino son los dones y las aptitudes que naturalmente tenemos. Entonces, cuando no hay un proyecto existencial vital, es decir, cuando nuestra vida es un responder a órdenes, deseos o mandatos ajenos entonces decimos que hay una alienación. El ser humano está alienado porque en lugar de ser él mismo, el que determina que va a hacer de su vida, está respondiendo a exigencias de otro.
Respondiendo a la pregunta con la cual iniciaba, el liderazgo personal es la herramienta a través de la cual nosotros mismos determinamos cual es nuestro objetivo, visión o meta en la vida de corto o de largo alcance y en función de esa vamos armando un camino para que paso a paso, como si fueran escalones, vayamos paulatinamente subiéndolos y acercándonos a la concreción cada vez más plena de ese proyecto vital que nosotros nos planteamos y que debe estar siempre vivo. No es algo rígido, es algo que se va enriqueciendo y que lo vamos descubriendo a través del hecho de ir viviendo nuestra vida.
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