En esta primera lección se brinda una introducción pormenorizada de las características que tiene el método “De victima a protagonista”, así como el modo de pensar de la víctima y del protagonista.

Ser víctima o protagonista implica adoptar un modo de explicar y de relatar las cosas que nos suceden. Todos damos una explicación de las cosas que nos suceden y generalmente adoptamos alguna de estas dos posiciones paradigmáticas, en función de ciertos hábitos adquiridos de la educación que hemos recibido y de todo un flujo cultural asociado a ello.

Entonces, ser la víctima o el protagonista es simplemente adoptar un modo diferente de relatar y de explicar lo que nos pasa. Por ejemplo, un niño cuando va a la escuela y saca una mala nota, habitualmente dice que la maestra o el profesor le pusieron un tres o que le pusieron una mala nota. Ahora, si la nota es buena y obtuvo un nueve o un diez (una nota excelente), no dice que la maestra o el profesor le pusieron un nueve o un diez, sino que obtuvo un nueve o un diez. O sea, hay distintos modos de explicar lo sucedido en función de las características que tiene el hecho.

Si la nota es mala, el niño dice que se la puso el profesor o se la puso la maestra, pero si la nota es buena, dice que la obtuvo él.

Modos de explicar la realidad

Estos modos de explicar las cosas no son para nada inocentes cuando se dan en los adultos. Los adultos tenemos modos de explicar las cosas que nos suceden, también de esta forma. Es muy típico cuando una persona llega tarde a su trabajo o a una reunión, que explique esa llegada tarde del siguiente modo, diciendo que había mucho tráfico, del mismo modo que el niño afirmaba que le pusieron una nota mala. Es un modo de explicar cuando pasa algo que aparentemente puede llegar a tener consecuencias negativas. Es un modo de explicar que deposita la responsabilidad sobre lo sucedido en algo externo a la persona. El niño dice: obtuve una mala nota porque me la puso la profesora, de esta forma deposita la responsabilidad en alguien externo, pero en cambio asume el éxito de la buena nota como propio. Cuando recibimos un aumento salarial o cuando los adultos logramos algún éxito, no atribuimos ese éxito a las circunstancias o a algo externo, sino que nos hacemos protagonistas de eso.

Características de las explicaciones

Cada una de estas explicaciones tiene sus características. Parece que para el adulto, explicar como víctima lo que sucede, a veces pudiera llegar a tener ciertos beneficios. Hay un problema grave en el fondo cuando se explica lo que sucede del modo en que lo explica la víctima. Esto es muy característico en las personas que habitualmente se encuentran estancadas en su vida, que tropiezan una y otra vez, que no pueden progresar. En general, estas personas explican lo que les sucede desde el punto de vista de la víctima, siempre atribuyendo la responsabilidad de lo sucedido a algo externo, entre muchos otros factores.

El problema es que cuando se atribuye lo sucedido a algo externo, la persona pierde todo el poder para cambiarlo, aunque lo sucedido haya sido desagradable.

Por ejemplo, en el caso del niño, si la nota mala se la puso la profesora, no hay nada que él pueda hacer para obtener una nota buena, porque la acción viene desde afuera. Si el adulto llega tarde a una reunión o a su trabajo porque había mucho tráfico. ¿Qué tiene que suceder para que llegue a tiempo? Pues que no haya tráfico, pero eso es algo que está fuera de su poder y no puede controlar.

La explicación de la víctima es ineficiente

Entonces, el problema de explicar como víctima, el problema de habitar el mundo de la víctima, es que se pierde gran parte del poder que se tiene para cambiar la situación problemática o desagradable. Esto es típico, como se menciona antes, de las personas que tropiezan una y otra vez. El problema está en su modo de explicar. Están inmersos en un mundo conformado por su modo de explicar lo que les sucede, que les ha quitado todo el poder para cambiarlo. Porque si nos va mal, si tenemos problemas, si tenemos dificultades, si tropezamos, siempre a causa de algo externo, nosotros no podemos hacer nada para cambiarlo. Tenemos que simplemente sentarnos a esperar que lo externo cambie para que nos beneficie. Esa es la actitud de muchas personas, sentarse en la vida existencialmente a esperar que algo de afuera cambie, para que ellos puedan progresar.

Perdida de poder de la víctima

La víctima, al elegir relatar e interpretar los sucesos de su vida desde la inocencia y desde la no responsabilidad, sufre, tal vez sin quererlo, una grave y profunda consecuencia. La misma puede resumirse como una completa falta de poder o impotencia para cambiar lo que le ha sucedido. El fundamento del mencionado planteo implica que si, efectivamente, una persona llegó tarde a la hora de la cena pues había mucho tráfico, y, según su relato, es inocente y no tiene responsabilidad alguna frente a ello, tampoco poseerá el poder de hacer algo para llegar temprano en días futuros cuando dichas circunstancias se presenten nuevamente. Tristemente, esa persona se encontrará sujeto siempre a los vaivenes del tráfico puesto que, del tráfico y no de él, dependerá que en el futuro llegue temprano o tarde a la cena. Cuando dijimos que la víctima cierra puertas hacíamos referencia a esto: la pérdida completa de poder personal para cambiar lo sucedido. Si aceptamos este modelo explicativo de relatar lo acaecido, podemos llegar a una conclusión aterradora: ¡Las circunstancias siempre externas gobiernan nuestra vida! Pero nosotros le hemos dado todo el poder a las circunstancias al cerrar la puerta de nuestras posibilidades de acción perdiendo todo poder para cambiarlas.

Mostrándose estratégicamente inocente y no responsable por lo que le sucede, la víctima cree sacar ventaja, pero no se da cuenta que retiene para sí una de las consecuencias más trágicas del modelo de la víctima: se torna completamente impotente para cambiar lo que le sucede.

Aquella persona que relata y explica los sucesos de su vida según este modelo, podrá evitar el precio de la responsabilidad frente a lo acaecido, pero pagará el enorme precio de que no poseerá el más mínimo poder para lograr el cambio de aquellos aspectos problemáticos de su vida. Si, volviendo al ejemplo, uno de los motivos por los cuales esa persona no ha entregado el trabajo comprometido a su jefe es porque su computadora no funcionaba bien, lo que ha de suceder para que pueda efectivamente entregarlo en término es que la computadora funcione correctamente, lo cual es algo que no depende en absoluto de la persona sino de la misma computadora o de algo que deban hacer las personas encargadas del servicio técnico de la misma. En dicha situación, la persona se encontrará completamente impotente y no podrá realizar nada para lograr un resultado distinto al que esté obteniendo en ese momento. Eso hará que las situaciones problemáticas se vuelvan crónicas y permanentemente insolubles. Todas las cosas que le suceden son y seguirán siendo como lo indica y lo condiciona el relato y la explicación creadas por él pues, para que puedan ser distintas, deberán suceder cosas que no están en el poder de esa persona sino en el de otras. La víctima, creyendo salirse con la suya al evitar la responsabilidad, ha caído en su propia trampa. Dicha trampa lo perjudica más a él que a otros porque se ha cerrado una puerta a sí mismo, a sus posibilidades de cambio y evolución y a la resolución mediante la acción de su propia mano de las dificultades en que se encuentra metido.

El protagonista es responsable

En cambio, el protagonista asume la responsabilidad sobre lo sucedido, no la culpa, no hablamos de culpa, sino de responsabilidad. La persona que llegó tarde a una reunión o a su trabajo podría decir: la verdad que no contemplé la cantidad de tráfico que había y por ende no salí lo suficientemente temprano como para llegar a tiempo a la reunión. Fíjese que distinta es esta explicación en función del poder que asume la persona. La próxima vez voy a poder salir más temprano aunque exista el tráfico para llegar a tiempo. O sea, depende de la persona y no de que haya o no tráfico. ¿Se entiende el cambio en el poder personal para cambiar la situación? Cuando se explica como víctima o cuando se explica como protagonista, no es que las circunstancias externas desaparezcan, ni es que el tráfico deje de existir.

Si solamente explico, si solamente digo que la causa de lo que pasó fue solo las circunstancias, estoy contando solamente una mitad de la historia, donde no se interviene como protagonista.

Lo que el protagonista debe hacer es agregar la parte donde él aparece, agente capaz de cambiar aquellas situaciones problemáticas que lo tienen como protagonista, en función de justamente hacerse protagonista y ponerse en el centro de la acción, de las posibilidades futuras que va a tener para poder cambiar todo lo que le sucede.

Mi nombre es Hugo Landolfi soy filósofo. Otros campos de mi investigación son la pedagogía y la psicología, integradas ambas a la filosofía. Es decir, soy una persona que busca, en el trabajo y en la vida, crear un contexto de calidad a la educación y la psicología para mejorar el bienestar de los individuos y las comunidades. En mi caso, quisiera inculcar y capacitar a compartir sabiduría y arte en el mundo académico, profesional y personal.

En una época de incertidumbre, mi objetivo es ayudar a las personas a ganar claridad en su forma de pensar, hablar y actuar. Me especializo en enseñar el poder de la vida consciente. Al conectar profundamente con otros en la vida y el trabajo, podemos crecer y aprender juntos. También estoy disponible como consultor para ayudar a equipos y a las empresas a tener claro su propósito y sus valores, y a establecer objetivos claros y pasos de acción para alcanzarlos.

Mis libros pueden ser conocidos aquí: https://hugolandolfi.com/libros.html

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